Hace un par de meses conversaba con unos amigos sobre la posibilidad de que el virus que hoy afecta a todos los continentes, pudiese frenar de alguna manera la economía global. Uno de ellos, sin pensarlo mucho expresó: «Eso es en China, no seas dramático».
Luego vimos como ha sido afectada buena parte de Europa, ante la mirada indiferente de los Norteamericanos, quienes hoy día han superado a otros países Europeos de manera escalofriantemente rápida.
Hoy, nos damos cuenta de que ayer fue nuestro vecino país, China, hoy es el mundo entero, salvo contadas excepciones que, inevitablemente se verán afectadas, es solo cuestión de tiempo.
Esta frase: «Eso es en China, no seas dramático», nos llama a una reflexión importante, como dice el viejo y conocido refrán: «Hoy por ti, mañana por mi». Vemos como nos pasamos la vida siendo indiferentes antes los problemas, sufrimientos y soledades de los demás, creemos que los problemas del vecino, compañeros de trabajo e incluso familiares, son sus problemas, no nos conciernen, sin pensar que de alguna manera, indefectiblemente, aún indirectamente, estos nos afectan.
La indiferencia es un mal que nos corroe el alma y nos vuelve insensibles, olvidamos la grandeza de la palabra Solidaridad, que tanto mencionaba San Juan Pablo II.
Nunca es grande el mal, el problema, la situación o circunstancia, hasta que nos toca vivirla en carne propia. Es ahí cuando entendemos el valor de los demás, el sufrimiento o la necesidad del otro. Mientras eso no pasa, mientras no somos golpeados por la vida, arrancados de nuestra comodidad para tener que bracear entre las olas de un mar violento, no hacemos un alto en el camino para pensar en el otro, en nuestro prójimo.
Ojalá que esta crisis nos vuelva más humanos, más coherentes, más solidarios.
Saludos amigos!
#quedateencasa.
Virgilio Santana Ripoll